Ludwig Wittgenstein, Investigaciones filosóficas
Posted on | novembre 27, 2012 | Comentaris tancats a Ludwig Wittgenstein, Investigaciones filosóficas
Las palabras del lenguaje nombran objetos, las oraciones son combinaciones de esas denominaciones. En esta figura del lenguaje encontramos las raíces de la idea: Cada palabra tiene un significado. Este significado está coordinado con la palabra.Es el objeto por el que está la palabra.
Pronunciar una palabra es como tocar una tecla en el piano de la imaginación.
Los números sirven, no para contar, sino para designar grupos de cosas captables con la vista. Así aprenden de hecho los niños el uso de los primeros cinco o seis numerales.
Nombrar es algo similar a fijar un rótulo en una cosa.
Imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida.
Cantar siguiendo las notas es en verdad comparable con la lectura, en voz alta o en voz baja, de la oración escrita, pero no con el “significar” (pensar) la oración leída.
Nombrar y describir no están a un mismo nivel: nombrar es una preparación para describir
Una fuente principal de nuestra falta de comprensión es que no vemos sinópticamente el uso de nuestras palabras.- A nuestra gramática le falta visión sinóptica.- La representación sinóptica produce la comprensión que consiste en ‘ver conexiones’. De ahí la importancia de encontrar y de inventar casos intermedios.
El concepto de representación sinóptica es de fundamental significado para nosotros. Designa nuestra forma de representación para nosotros. Designa nuestra forma de representación, el modo en que vemos las cosas.
Establecemos reglas, un técnica, para un juego, y que entonces, cuando seguimos las reglas, no marchan las cosas como habíamos supuesto. Que por tanto nos enredamos en nuestras propias reglas.
Este enredarse en nuestras reglas es lo que queremos entender, es decir, ver sinópticamente.
Ello arroja luz sobre nuestro concepto de significar. Pues en estos casos las cosas resultan de modo distinto de lo que habíamos significado, previsto.
Los aspectos de las cosas más importantes para nosotros están ocultos por su simplicidad y cotidianeidad. (Se puede no reparar en algo -porque siempre se tiene ante los ojos)
Una proposición es todo lo que puede ser verdadero o falso.
La gramática de la palabra “saber” está evidentemente emparentada de cerca con la gramática de las palabras “poder”, “ser capaz”. Pero también emparentada de cerca con la palabra “entender”. (“Dominar” una técnica).
El modo de actuar humano común es el sistema de referencia por medio del cual interpretamos un lenguaje extraño.
Semejante el caso de alguien que se imagina que uno sencillamente no puede pensar una oración con la curiosa construcción de la lengua alemana o latina, tal como está. Se ha de pensarla primero y luego se ponen las palabras en ese extraño orden. (Un político francés escribió una vez que es una peculiaridad de la lengua francesa el que en ella las palabras están en el orden en que se las piensa.)
¿Pero no es nuestro significar lo que da sentido a la oración? (Y de esto forma parte, naturalmente, el que no se pueda dar significado a series de palabras carentes de sentido.) Y significar es algo en el ámbito mental. ¡Pero es también algo privado! Es el algo intangible; sólo comparable a la conciencia misma.
¡Cómo puede encontrarse ridículo esto! Es, por así decir, un sueño de nuestro lenguaje.
El sentimiento de insuperabilidad del abismo entre la conciencia y los procesos en el cerebro: ¿cómo es que esto no juega ningún papel en las consideraciones de la vida corriente? La idea de esta diferencia de categoría va acompañada de un ligero mareo -que aparece cuando llevamos a cabo prestidigitaciones lógicas. (El mismo mareo nos sobreviene ante ciertos teoremas de la teoría de conjuntos.)
Entender una oración del lenguaje se parece mucho más de lo que se cree a entender un tema en música. Pero con ello quiero decir lo siguiente: que entender una oración lingüística se acerca más de lo que se cree a lo que usualmente se llama entender un tema musical.
El lenguaje es un instrumento.
Un “proceso interno” necesita criterios externos.
Así como el alemán que habla bien inglés se le escapan germanismos, aunque no tenga que construir primero la expresión alemana y traducirla luego al inglés, es decir, habla inglés como si tradujera, “inconscientemente”, del alemán, así también creemos a menudo que a nuestro pensamiento le subyace un esquema de pensar; como si tradujéramos de un modo de pensar más primitivo al nuestro.